Hugo Masoero y Grupo TOCAS


















Alejandro y Clarita


Leo, Hirokazu y Constanza


Cuento

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.


Manuel Monterroso, Honduras 1921- México 2003

Quizas mi abuela

Hacía calor y estaba triste. Triste de puro mujer que era, con esa tristeza que hasta es una alegría. Triste de insomnios y desvelos, de hijos y también de esperanzas.
Buscó sin buscar, dentro del ropero que era su refugio. Allí, como su propia historia, se alineaban cajas y sueños, retazos y recuerdos, también misterios... ¿qué sería de ellos luego de ella? ¿quién los entendería? Supo que nadie.
El tranvía que pasó con ritmo de campana la sobresaltó y resolvió. Vació su viejo costurero y, como quien prepara una ceremonia, dejó su legado: una aguja enhebrada, un dedal y varios retazos. Lo cerró y descansó.
Alguien lo encontraría; alguien seguiría, mujer al fin, el rítmico y ancestral gesto de unir las partes.
e.i.