hoy me desperté cuento... mañana no sé

"Era el primero en saber que habría banquete y alegría; un gran observador de los gestos cotidianos, un atento compañero como ella nunca había tenido. Cuando ella descolgaba ése delantal, no el otro, él sabía que sería un buen día, lleno de aromas y sonidos prometedores. ¡Si la conocería! Sabía que al principio no había que interrumpirla, era el momento en que decidía encuentros de sabores, sorpresas en texturas y desenfados en postres. El hasta prefería dejarla sola e irse a sus cosas propias. Total era un ratito.
El primer tac-tac del cuchillo contra la madera le indicaba que la faena había comenzado. Además ella siempre cantaba, después de haber pensado y antes de probar los sazones, él sabía que era el momento de acompañarla. ¡Le gustaba tanto mirarla!
Ella le contaba el plato, ingrediente por ingrediente, los pasos a seguir y por qué había que batir tanto, él escuchaba y la miraba. A veces le contaba quienes vendrían a comer; era lo de menos, a él le gustaba su alegría y mirarla, ese era el momento de ellos y no le daba celos que después se distrajera con los otros, que los halagos fueran para ella y su comida rica y que hasta algún solterón la festejara un poco. El la miraba. Nada de eso le importaba, la fiesta era verla danzar el baile de los aromas y los sabores; él entonces era feliz, ella lo sabía y le dedicaba toda la alegría del cocinar.
Cuando él era joven, mientras un rehogo lo permitiera o una horneada diera un respiro, ellos bailaban en esa fiesta intima, era una especie de rumba creada por los dos. Siempre bailaron, hasta las tristezas bailaron. Después ya no, por la edad.

Cuando a ella le anunciaron que era el fin, le acercó un sabor y una canción. Mientras la vena se llenaba de sueño y la vida cumplía su ciclo… él la miraba."


a Toro, e.i.


... él la miraba."