Quizas mi abuela

Hacía calor y estaba triste. Triste de puro mujer que era, con esa tristeza que hasta es una alegría. Triste de insomnios y desvelos, de hijos y también de esperanzas.
Buscó sin buscar, dentro del ropero que era su refugio. Allí, como su propia historia, se alineaban cajas y sueños, retazos y recuerdos, también misterios... ¿qué sería de ellos luego de ella? ¿quién los entendería? Supo que nadie.
El tranvía que pasó con ritmo de campana la sobresaltó y resolvió. Vació su viejo costurero y, como quien prepara una ceremonia, dejó su legado: una aguja enhebrada, un dedal y varios retazos. Lo cerró y descansó.
Alguien lo encontraría; alguien seguiría, mujer al fin, el rítmico y ancestral gesto de unir las partes.
e.i.

5 comentarios:

  1. Maravilloso, no puedo ni debo agregar más palabras... una sola: Conmovida.

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  2. Me recordo cuando mi tia, artista plastica ella, un dia me pregunto " a quien le van a interesar mis cosas cuando yo muera?". Creo que es un homenaje a ella cada obra que yo realizo.
    Besos

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  3. Elen : sin palabras, una maravilla.
    Nada , solo gracias!!!
    un beso
    leo

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  4. Amigas me da gusto encontrarlas aquí tambien, con mis cuentos. Otro femenino lugar de encuentro: el relato. Ya saben que las quiero.

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