Creo que me dormí; creo que fue un sueño el que me trajo en cámara lenta la bajada paulatina de un rayo en zig-zag, oblicuo y autoritario.
Creo que fue un sueño que me hizo verlo como el instante supremo del éxtasis… después la lluvia, plácida y aliviante.
Se había dado el milagro eterno y repetido: el prado estaba fecundado.
e.i.
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